Ambos equipos oscilaban entre jugar en la misma división o con una categoría de diferencia, que a veces podían ser dos cuando el Real Mallorca conseguía ascender a Primera División desde la temporada 1959-60. Los mallorquinistas sufrieron una crisis similar en los años 1970 que los hizo caer hasta la Tercera División, igualándose temporalmente las fuerzas entre ambos clubes. Con la creación de la Segunda División B, la Tercera División pasaba a ser en realidad una cuarta división.